Además de apostar que vamos dando pasos a medias pero certeros, podríamos regalarnos tramos felices, regalarlos porque si, por la fortuna de que son eternos cuando lo son y que caducan no por fecha de vencimiento, sino por convencimiento accidental, por sobrio convencimiento.
Además de ver películas viejas, podríamos asaltar un banco, un ministerio o cualquier Servicio Público sin trucos ni pistolas, asaltarlos con papeles notariales a ver si la legalidad los alcanza y creernos héroes y Juana de Arco sin necesidad de ansiolíticos y demostrar que hinchar a grandes volúmenes puede ser un pasatiempo y buen presagio.
Podríamos hacer salud por los cumpleaños en falta, los cien momentos cursis e innecesarios que nos perdimos, por la falta de pucheros, un salud por habernos ahorrado la cortesía y por haber economizado tanto abrazo, por sacar tanta foto y la carencia de “en cuerpo y alma”, un salud por dejar la administración de lado y entender que también administrar afectos saca de quicio.
Podríamos haber querido menos, pero haberlo dicho más, haber juzgado la suficiencia como mala cosa y habernos detenido en el mundo del otro sin medir consecuencias de nuestros abrazos, porque aunque la huella haya sido certera, voluble y eterna, la huella quedó.
Y además de viejas películas, catar un buen vino, caminar por allí, tú contándome lo que ves sin pudor y yo escuchándote con sorpresa, además de eso, sortear mi mundo en el celo del tuyo y dejarte entrar y hacerlo porque eres mi prima, mi sangre, mi historia habiendo estado lo justo, mi leyenda recién en estas líneas y las tuyas, con augurios de futuro. Eres mi sangre y mi sangre.
Además de ver películas viejas, podríamos asaltar un banco, un ministerio o cualquier Servicio Público sin trucos ni pistolas, asaltarlos con papeles notariales a ver si la legalidad los alcanza y creernos héroes y Juana de Arco sin necesidad de ansiolíticos y demostrar que hinchar a grandes volúmenes puede ser un pasatiempo y buen presagio.
Podríamos hacer salud por los cumpleaños en falta, los cien momentos cursis e innecesarios que nos perdimos, por la falta de pucheros, un salud por habernos ahorrado la cortesía y por haber economizado tanto abrazo, por sacar tanta foto y la carencia de “en cuerpo y alma”, un salud por dejar la administración de lado y entender que también administrar afectos saca de quicio.
Podríamos haber querido menos, pero haberlo dicho más, haber juzgado la suficiencia como mala cosa y habernos detenido en el mundo del otro sin medir consecuencias de nuestros abrazos, porque aunque la huella haya sido certera, voluble y eterna, la huella quedó.
Y además de viejas películas, catar un buen vino, caminar por allí, tú contándome lo que ves sin pudor y yo escuchándote con sorpresa, además de eso, sortear mi mundo en el celo del tuyo y dejarte entrar y hacerlo porque eres mi prima, mi sangre, mi historia habiendo estado lo justo, mi leyenda recién en estas líneas y las tuyas, con augurios de futuro. Eres mi sangre y mi sangre.
te quiero primita a pie
3 comentarios:
“uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren sacó boleto de ida y vuelta…”
Mmmmmmm primita linda, gracias por la bienvenida, ya sentía yo que estaba en casa!!!….y acepto eso del vinito….porque como el buen vino, hay encuentros que tardan, se toman su tiempo, (la natura sabiamente deja que den jugo, fermenten y finalmente maduren, ...nos perdimos la parte jugoza de cada una)… y este encuentro, es un poco eso, disfrutar del mejor vino, la mejor parte que cada uno da.…
No es que hayamos llegado tarde , sino todo lo contario, llegamos justo a tiempo... para empezar a estar.
Te quiero Mucho.
Me matas mujer, me matas.
Que hermosas letras, y no caben tanto cariño en ellas.
yo
por tí soledad, voy a-saltar un banco...
prometido.
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