Sus días de temor
Temía al silencio como a las agujas de las gordas enfermeras, como dar la paz en misa las pocas veces que piso una iglesia, al aroma pegajoso del incienso que le recordara un lugar en el que no quiso estar, temía al olor asido de un cuerpo recién lavado.
Como clavos punzantes removían su piel, esa tristeza mounstrosa le llevaba como un trance inesperado a tu casa, a ese sofá que pretendía tragarle mientras observaba cada uno de tus pasos perfectos, cada rincón que te convertía en todo aquello necesario. Hoy no estás y no le teme a nada.
6 comentarios:
Interesante suerte de poema/relato.
Felicitaciones, y sigue escribiendo.
Besos,
Cristián.
me gusta cómo escribes, buena idea venir a mirar tu blog. slds!
Me gusta loq ue escribes. Uns aludo también para tí.
hola soledad, hacía tiempo que no pasaba por aquí, pero ya veo que sigues en forma... y hasta escribiendo de miedos. oye, y qué bueno tu post anterior. ay, las tetas, la silicona y también los miedos...
saludos desde madrid
Hay veces que las agujas son indispensable al igual que el silencio, claro, pero no siempre!.
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