lunes, 17 de diciembre de 2007

MI CORDÓN...UMBILICAL


Según las nunca bien ponderadas estadísticas más del 80% de los jóvenes, (entiéndase adulto joven, es decir, adultos,,,,en realidad “viejos estandartes”, con ponchera y malas costumbres), se van de la casa de sus padres entre los 28 y 35 años, obviamente las excepciones están dadas por “me casé, me fui a estudiar fuera, una explosión de rebeldía momentánea, probemos un poquito, necesidad de independencia, entiéndase: dormir con el novio o sin él, hacer ruido, escuchar y ver lo que a uno se le antoje (en todos los ámbitos estrictos del ver y oír lo que a uno se le antoje), ser dueño de su propio espacio, juntar cajitas, mirar el techo sin que la mamá asuma que es depresión, ,,,etc, etc..).
Insisto en las nunca bien ponderadas estadísticas. Y ellas dicen que el 99.9% se arrepiente a menos de un año de la aventura. Lo que me parecía absolutamente incompresible y mamón,,hasta hoy…hasta hoy que:
Finalmente me voy, y no es que no me haya ido literalmente,,,hace tres años estoy fuera de casa,,,3 años y 5 minutos de mis papás,,,3 años y la sensación de estar viviendo en el patio trasero,,aunque en rigor estoy en un departamento a 7 u 8 cuadras,,nunca las conté porque me parecían pocas,,,,,,
Me voy, me cambio de departamento a uno que queda cerca de mi trabajo, de mi nueva vida y lejos, para mi gusto demasiado lejos de la vida que dejo, de la vida con colchón de resortes en caso de que algo doliera más de la cuenta,,,,,el colchón: mis padres, los resortes: mi disposición a volver siempre.
Pasa que en unos segundos me di cuenta que me voy realmente de MI CASA y que difiero un poquito de las estadísticas, pues no ha sido necesario un año para arrepentirme, sino bastó el solo segundo de imaginármelo, antes siquiera de tomar mi palito y mi bolsa como el Chavo o Remy.
Tengo un sifón en la panza, un sifón que tiene que ver con distancias, con el desapego, tiene que ver con pretender que me voy a sentir sola y que el calorcito del regazo ya no va a estar,,,y si, suena y es exagerado, pero por primera vez siento que me voy de casa,,,
Mi madre, entre el disimulo de sus tiritones de pera y sus “voy y vuelvo”, para engañar los TENGO UNA PELUSA.. ME ENTRO HUMO AL OJO, me dice que está bien, que es necesario que crezca, que empiece hacer mi vida…entonces lo que retuerce los huesitos es darse cuenta o más bien preguntarse,,,,¿qué vida si no es con mis papás?
Lo sé,,,,ya es tarde para pedir su regazo y temprano para fabricarme el propio.

2 comentarios:

yorkperry dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Gonxalo Oyanedel dijo...

La primera vez que me fui de casa tenía 22 años, nada de dinero y muchos proyectos, pocos de los cuales emergieron en su momento.

Desde entonces he ido y venido. Sea por necesidades propias (feas jugarretas ajenas que me dejaron varado) o razones complejas que sólo se entienden en familia.

Dentro de tres semanas voy a ser santiaguino por tercera vez... y aún mantengo el inquieto recelo de una década atrás. "La despedida es una pena dulce", escribió alguien; siempre hay algo bueno que se deja en el camino.