lunes, 21 de abril de 2008


Toma su gabán de diseñador parisino, acaricia suavemente el sillón y atraviesa la puerta, y con ella mil puertas que no sabe, mil puertas que le esperan, mil puertas que son mil atajos. Sigue caminando con sus ropas de príncipe en transe, sigue buscando el calor en cada sillón que le recibe mudo. Entonces, en la soledad de cualquier lado aparece puro, y en esa soledad de batallas se hace gigante y sólo él lo sabe, porque sus secretos son el impulso de una vida que recién comienza a desvanecerse. Él recién comienza a desvanecerse en sus acertijos.

6 comentarios:

A moonclad reflection dijo...

Hola, Prima.
Estoy escribiendote lo prometido...el proximo post sera para ti como fue prometido...me gusto tu post...un dejo de melancolia me embarga...besote

Anónimo dijo...

y qué sí son sólo letras...

me gustan, me las quedo, me las adjudico.

yo

Ego dijo...

Mientras no le sorprendan en el callejón iluminado y le asalten cien, doscientos, mil hombres, que tienen hambre y han visto 'El perfume', que quieren hacer historia y nunca se han bañado, que aman y que tampoco conocen el camino, mientras esto no le ocurra, podrá seguir cantándole nanas a París y durmiendo sin saber qué es el Orfidal.
Un abrazo desde donde prefieras.
Y un (b)eso

Druid dijo...

y un rio te lleva a otro rio...
y un cauce se ramifica y te lleva a otro cauce....
y tras varias vueltas, y varios rios, acabas en un recodo de otro rio.... y te paras a leer....
Bonito lo que leo y lo que veo.

Jesús Badenes dijo...

Me gusta... como siempre.

Anónimo dijo...

Hola soledad, quería saludarte.
Un saludo!!
K.