viernes, 20 de abril de 2007

su historia señor,,,,

Llevaba una camisa blanca, demasiado pequeña para su cuerpo, para su voz, para sus quinientas cuatro dudas y tres certezas. Una camisa demasiado pequeña para cubrir su profusa vanidad, pequeña para meter en ella la magia de sus intentos.
El atuendo le cubría como una manta tiesa e imprecisa, mientras caminaba por esos pasillos de cementos milenarios que atrapaban mil voces ya dormidas, más su inquieta voz que luchaba por no dormirse aún.
Con una mochila a cuesta y su lapicera dispuesta, dispuesta a desafiar y retratar cuanto fuese necesario para sacar al aire esa inquietante Caja de Pandora que traía por convicción.
Sigue caminando y su mirada se detiene siempre en el mismo punto, un pasillo junto a una pequeña escalera frente a los prados de su universidad, cómo si aquel ejercicio fuese un rito estricto y necesario. Demora el paso y sigue observando, porque espera que en ese rincón de fábulas algo haya cambiado y ese sea el aviso para reafirmar que ese es el día, que ese es el "gran día".
Sin embargo, todo sigue allí, el mismo rincón, las mismas escaleras, el mismo color. Está todo en su lugar, aquella guarida inmóvil le advierte que nada hay distinto al día anterior, ni a los meses anteriores, entonces sigue su camino con una evidente tranquilidad, porque aunque busque incesante ese aviso, sabe que el día en que aparezca, aparecerá también un desafío que cambiará su vida y ante esa convicción, este príncipe de ojos cálidos, sabía que tendría que responder, no existía otra alternativa.
Camino hacia su aula, nota que el piso cruje y que la luz es menos tenue que ayer, pero aquello es parte de su rutina para convertir el día en uno distinto al anterior, a veces no sabe si esos atisbos nacen de su imaginación o en realidad los días le regalan detalles, detalles sólo suyos.
Llega a casa, las paredes blancas, unas reglas, la lámpara dispuesta a ser cómplice de su inventiva y una cerveza, eran el comienzo de su batalla, el comienzo después de largas horas de buscar fuera sin buscar, del cansancio que le generaba sentir el vacío luego de conversaciones llenas de códigos que él no quería descifrar, pero finalmente llega a casa y sabe que el reencuentro con su rincón le hará llorar, quizás le confortará, le hará reír, pero siempre le recordará que está solo y esa convicción le lleva nuevamente a volar sobre ese pasadizo que le espera con un aviso, toma entonces fuerzas y vuelve a creer, vuelve a creer que mañana será un buen día, quizás sea el día… su gran día.
Mientras avanza hacia su clase, aun envuelto en el prolijo rito de observar ese rincón frente a la arboleda, siente una comezón en las manos, sus piernas se debilitan y mientras más fija su mirada, más entiende que algo distinto hay. Su estómago se convierte en un nudo que jamás sintió, no puede ni sabe identificar que le sucede, no alcanza a dimensionar el estremecimiento y la dulzura de lo que allí esta pasando.
Detiene el paso totalmente y entre el impacto de esas mil sensaciones trata de retener ese segundo, ese segundo antes de que su historia de un vuelco....
Mañana continua....

6 comentarios:

Albert Mas dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Anónimo dijo...

Bueno, ya ha pasado más de un día, muchos más días
espero el final

Anónimo dijo...

Y este hombre de la foto existe?, es de verdad su historia?, me das su mail?
Guapisimo

Anónimo dijo...

He seguido tu blog por un tiempo, te he dado pausas, porque respeto tus palabras,,,,pero no puedes hacer eso,,,estoy metidisimo en el final,,,vamos dale, o sino te ayudo con uno?

Anónimo dijo...

y el finas, es de mala educación quitarle la comida a un niño así de improviso

Anónimo dijo...

mmmmmmmmm,,,,,,,,,y??
eso es todo, ya llevo 3 días abriéndo la pag para ver un final,,,que pasó, se murió Albert o tú?