viernes, 6 de junio de 2008
TALA
Llévese estos ojos, piedritas de colores,
esta nariz de tótem,
estos labios que saben todas las tablas de multiplicar y las poesías más selectas.
Le doy la cara entera, con la lengua y el pelo,
me quito las uñas y dientes y le completo el peso.
No sirve esa manera de sentir.
Qué ojos ni qué dedos.
Ni esa comida recalentada, la memoria,
ni la atención, como una cotorrita perniciosa.
Tome las inducciones y las perchas donde cuelgan las palabras lavadas y planchadas.
Arree con la casa, fuera de todo,
déjeme como un hueco, o una estaca.
Tal vez entonces, cuando no me valga la generosidad de Dios, eso boy scout,
y esté igual que la alfombra que ha aguantado su lenta lluvia de zapatos ochenta años
y es urdimbre no más, claro esqueleto donde se borraron los ricos pavorreales de plata,
puede ser que sin vos diga tu nombre cierto
puede ocurrir que alcance sin manos tu cintura.
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2 comentarios:
Y de repente, despojándose del precioso gorro de lana, comenzó a escribir... ¿disparar? de forma compulsiva
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