sábado, 13 de octubre de 2007

NO HAY TORMENTA SIN LLUVIA


Hace mucho que no llovía y nada hacía presagiar que hoy fuese así y asumo el capricho del clima como un regalo, un regalo que llegó justo a tiempo. Lo que viene a continuación es preparar el rito respectivo, porque siempre habrá una ceremonia especial, algo así como un machitún a las gotas...
A veces me siento a mirar ese viejo sauce frente a la ventana y escojo una gota para seguir su recorrido y en su trayecto hago memoria, cientos de historias se van como se va ese cristal entre los pequeños brotes, luego es otra y otra gota hasta que el suelo las entierra y yo a mis historias.
Pero hoy no fue el sauce ni la ventana, hoy me vestí de invierno, busqué mi gorro chilote y salí del departamento, caminé hasta la casa de mis papás, caminé lento, recogí cada aroma, aroma de motor y lluvia, de cemento y lluvia, de cables y lluvia, aroma a suela y lluvia, aroma a piel y lluvia y mientras avanzaba recordé lo necesario de algunos viajes o más bien, lo importante de llegar a un lugar, “a ese lugar”, a ese lugar en mi cabeza, a ese lugar en el mapa, a ese lugar que es el propósito de avanzar, a ese lugar que finalmente no pretende tener nombre ni coordenadas.
En esta ocasión claro que hubo un viaje, pero curiosamente el destino era el viaje en si,...hoy es un día de lluvia sin apellidos, sólo es un hermoso día de lluvia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sería fácil levantarse en la mañana y que la lluvia no sea una sorpresa, sino un juego diario, ya no habría que contar gotas sobre un sauce, sino sencillamente no poder contarlas porque son millones. Chiloé no está tan lejos