Llegan las primeras gotas y esa brisa seca que hiela siempre y sólo la nariz, "se anuncia el invierno en gloria y majestad", entonces el closet empieza a tornarse gris, lanudo y emparaguado. Los rincones se estrechan y las poleritas al ombligo, los jeans descascarados, las sandalias de colores, esos 10 short coquetones, comienzan a ocupar espacio, cuando el concepto de espacio cobra el sentido práctico y real que sólo tiene razón de ser "en mi closet".
Cuál es la actitud de un viajero por esencia, viajero de aviones, buses, barcos, almohadas, botes, senderos y carreteras. La actitud es simplemente negarse a guardar la ropa de verano o invierno, dependiendo de la estación que nos convoque.
Allí siguen las sandalias y las poleras cortas, allí siguen los jeans amontonados junto al guatero, ese banano irremplazable y las frazadas de felpa, todo junto y dispuesto a salir en cualquier minuto.
Lo segundo y clásico, es esperar con ansias la revista de viajes del domingo con calculadora en mano y por supuesto, un calendario con los rojos bien marcados. Lo siguiente es soñar y hacer el recorrido imaginario.
Siempre se piensa en el vino que se llevará, carta de presentación imprescindible y muchas veces lo único reconocible de esta fajita de tierra, recomiendo un Miguel Torres, así nos vamos directo al paladar y calidez del comensal que degustará esta joyita (no es caro, por lo tanto podemos llevar 3 o 4).
Pero este anticiparse también es delirio exclusivo de quien tiene la carretera a flor de piel, nunca se sabe cuándo se partirá, sólo está la certeza que en el segundo menos pensado, se toma la decisión y sencillamente “Bon Voyage”.
Las circunstancias también juegan un rol decidor en esta aventura, "la aventura de embarcarse", por ejemplo “un congreso” puede ser la excusa..
Cuál es la actitud de un viajero por esencia, viajero de aviones, buses, barcos, almohadas, botes, senderos y carreteras. La actitud es simplemente negarse a guardar la ropa de verano o invierno, dependiendo de la estación que nos convoque.
Allí siguen las sandalias y las poleras cortas, allí siguen los jeans amontonados junto al guatero, ese banano irremplazable y las frazadas de felpa, todo junto y dispuesto a salir en cualquier minuto.
Lo segundo y clásico, es esperar con ansias la revista de viajes del domingo con calculadora en mano y por supuesto, un calendario con los rojos bien marcados. Lo siguiente es soñar y hacer el recorrido imaginario.
Siempre se piensa en el vino que se llevará, carta de presentación imprescindible y muchas veces lo único reconocible de esta fajita de tierra, recomiendo un Miguel Torres, así nos vamos directo al paladar y calidez del comensal que degustará esta joyita (no es caro, por lo tanto podemos llevar 3 o 4).
Pero este anticiparse también es delirio exclusivo de quien tiene la carretera a flor de piel, nunca se sabe cuándo se partirá, sólo está la certeza que en el segundo menos pensado, se toma la decisión y sencillamente “Bon Voyage”.
Las circunstancias también juegan un rol decidor en esta aventura, "la aventura de embarcarse", por ejemplo “un congreso” puede ser la excusa..
…entonces diré: “nos veremos en un mes y algo”…pues me entrego y asumo mi calidad de viajera empedernida...la maleta estuvo lista siempre, sólo faltaba el próximo destino y éste ya tiene nombre