Ayer ordenando mis cajitas de secretos, encontré un ensayo escrito hace unos años en la universidad, era una especie de autobiografía y mientras descifraba esas apretadas y pretenciosas líneas me di cuenta que hoy tengo muchas más ganas, pero menos tiempo e hice el clásico ejercicio de preguntarme ¿qué ha cambiado?.
Tengo 32 años, pero descubro la vida como si tuviese 15, los detalles me parecen más casuales que causales y las torpezas de las que antes renegaba hoy son mi orgullo. Ya no me creo infalible, ni autosuficiente y asumo que soy una bruja inocente y sensible, no me da pudor llorar con la publicidad, ni ando por la vida usando palabras difíciles para decir cosas sencillas.
Las locuras me parecen transparentes, la fidelidad certeza cuando es conmigo y ciertamente creo en la fidelidad. Hoy gozo a mis papás, a los papás de mis amigos y aquellos amigos que son papás, hay en ellos un idioma increíble que de a poco estoy descifrando.
Disfruto pasar horas en mi depto cocinando. Entendí que el esmerarse no significa pasar más tiempo tras el espejo, sino encontrar ese espejo en mi gente. Me enojo cuando me llevan sólo vinos de regalo, me siento con la libertad de pedir libros de cocina y música.
Ya no pretendo ser rebelde, me da flojera. El machismo significa hoy algo menos malo que ayer y el maquillaje pesa demasiado.
Hoy me piropean muchísimo más que ayer, me esperan el doble y me aman el triple, coqueteo menos, pero cuando lo hago es el doble de intenso y el triple de peligroso. Mi pelo está largo, volvió a su color y de verdad que flota. La tierra pasó a ser un tesoro y los aviones una incógnita.
Hay sólo una cosa que se mantiene intacta y es que sigo saltando a la piscina cuando tengo media sospecha, sólo media, de que ese momento me sacará una sonrisa y la dejará grabada para cuando me vaya a dormir y sigo pensando que arrepentirse de lo que no se a hecho es una torpeza de dimensiones.
Las locuras me parecen transparentes, la fidelidad certeza cuando es conmigo y ciertamente creo en la fidelidad. Hoy gozo a mis papás, a los papás de mis amigos y aquellos amigos que son papás, hay en ellos un idioma increíble que de a poco estoy descifrando.
Disfruto pasar horas en mi depto cocinando. Entendí que el esmerarse no significa pasar más tiempo tras el espejo, sino encontrar ese espejo en mi gente. Me enojo cuando me llevan sólo vinos de regalo, me siento con la libertad de pedir libros de cocina y música.
Ya no pretendo ser rebelde, me da flojera. El machismo significa hoy algo menos malo que ayer y el maquillaje pesa demasiado.
Hoy me piropean muchísimo más que ayer, me esperan el doble y me aman el triple, coqueteo menos, pero cuando lo hago es el doble de intenso y el triple de peligroso. Mi pelo está largo, volvió a su color y de verdad que flota. La tierra pasó a ser un tesoro y los aviones una incógnita.
Hay sólo una cosa que se mantiene intacta y es que sigo saltando a la piscina cuando tengo media sospecha, sólo media, de que ese momento me sacará una sonrisa y la dejará grabada para cuando me vaya a dormir y sigo pensando que arrepentirse de lo que no se a hecho es una torpeza de dimensiones.
3 comentarios:
Qué envidia eso que puedas viajar tanto. De repente uno piensa que es pura voluntad, pero no. También tiene que confabularse el mundo para que resulte. Me gustó ese examen de consciencia, el espejo perfecto.
Saludos!
es difícil notar cuán tolerante nos ponemos con el tiempo y al leer tu relato noto que sí, es verdad, hay muchas cosas que me hacen reposar mas y muy pocas las que me hacen levantarme
¿estaré viejo?
un beso cálido
Sebastián
estas letras de aquí son de mis favoritas que te he leido, fueron de esas que me envolvieron, o me engancharon, o me atravesaron...
yo
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